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Todo lo que debes saber sobre la Leucemia

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Descubre en salud datos, todo lo que debes de saber sobre esta enfermedad llamada Leucemia.

El llamado "cáncer de la sangre’’ se suele asociar a la edad infantil; pero en realidad el riesgo de sufrirlo aumenta con los años y la mayoría de casos se da a partir de los 60.

Este tipo de cáncer se produce cuando los glóbulos blancos (una de las células que forman parte de nuestra sangre) se multiplican de forma descontrolada. Ataca sobre todo a la “fábrica” donde la sangre se produce, la médula ósea, un tejido blanco y esponjoso que se encuentra dentro de los huesos. Hay leucemias más o menos graves según los glóbulos blancos concretos a los que afecte y la velocidad mayor o menor con la que estos se multipliquen (aguda o crónica). En todos los casos, los tratamientos y las tasas de curación son cada vez mejores.

¿PUEDE PASARME A MÍ? 

FALSO. La leucemia es una enfermedad hereditaria. 

Los antecedentes familiares son un factor de riesgo pero la leucemia no se considera una enfermedad hereditaria. En realidad, los científicos todavía no saben el origen exacto de la enfermedad pero sí que los mismos factores ambientales (fumar, el sobrepeso...) que aumentan las posibilidades de padecer otros tipos de cáncer también incrementan las opciones de enfermar de leucemia.

VERDADERO. Un sistema inmunitario en buen estado te protege. 

Cuando hablamos de defensas hacemos referencia justamente a los glóbulos blancos, unas células de la sangre que -mientras se están formando- se denominan blastos. Si estas defensas todavía en formación (inmaduras) empiezan a multiplicarse dificultan la fabricación normal del resto de células sanguíneas (glóbulos rojos y plaquetas). Es entonces cuando se habla de leucemia, una palabra que procede del griego y significa "sangre blanca”.

FALSO. Si se ha superado otro cáncer se está más protegida. 

No, de hecho, el riesgo aumenta. No por el cáncer en sí, sino porque haber recibido tratamiento con radioterapia o quimioterapia con fármacos inmunodepresores o citostáticos daña especialmente las defensas. También aumenta el riesgo de padecer enfermedades que afecten al sistema inmune.

CÓMO TE AVISA TU CUERPO 

VERDADERO. La enfermedad puede presentarse sin síntomas. 

Son muchos los casos en los que la persona afectada pasa meses (incluso años) sin notar ningún cambio en su organismo. Es la llamada leucemia silente.

FALSO. Una simple anemia puede acabar en leucemia. 

No es su causa sino su consecuencia. La leucemia afecta a la fábrica de las células sanguíneas (incluidos los glóbulos rojos, encargados de transportar el oxígeno), por lo que es frecuente que aparezcan síntomas propios de la anemia: cansancio, palidez... Pero como la leucemia también afecta a plaquetas y glóbulos blancos, pueden además aparecer hematomas o sangrados, y procesos infecciosos que den fiebre.

VERDADERO. Un gran cansancio injustificado te alerta de ella. 

Así es, dado que ese cansancio es justamente uno de los síntomas principales de la anemia que acabamos de mencionar. También puedes sospechar si pasas una época en la que encadenas una infección tras otra (recuerda que son los glóbulos blancos los que nos defienden de ellas) o si experimentas sangrados muy abundantes: las que ayudan a evitarlos si no hay trastorno son el tercer tipo de células que, junto a los glóbulos rojos y los blancos forman la sangre, las plaquetas.

LA MAYORÍA SE SUPERAN 

FALSO. El trasplante de médula ósea es siempre el mejor tratamiento. 

No en todos los casos, aunque sí es uno de los recursos terapéuticos más recurrentes. Uno de los principales avances en la leucemia mieloide crónica (la más grave) es el uso farmacológico de una enzima llamada tirosinacinasa. Cuando se usa, el pronóstico mejora mucho por lo que, en este caso, el trasplante de médula ya no es la primera opción que se contempla.

VERDADERO. Donar médula no implica ningún riesgo. 

Esta donación no tiene consecuencias para la salud del donante, más allá de los efectos secundarios derivados de la anestesia general que requiere. El mes antes se realizan varias pruebas (análisis, radiografías...) y el día de la extracción (mediante un pinchazo en el hueso de la cadera) se pasa en el hospital. Más adelante pueden hacerse más donaciones, pues la médula se regenera.

FALSO. Donar sangre no sirve de nada en estos casos. 

Las células madre encargadas de producir las células que conforman la sangre no solo se pueden obtener de la médula, sino también de la sangre de un donante compatible. Pero antes tiene que ser tratada: quien la dona debe medicarse los cuatro días previos con pequeñas inyecciones que pueden provocar efectos secundarios similares a los síntomas gripales. Con ello se consigue que las células madre que había en sus huesos pasen a su sangre (que entonces se llama “periférica”). Durante la donación se está conectado 4horas a una máquina que extrae la sangre de un brazo, separa de ella las células madre y la devuelve al donante ya filtrada a través del otro brazo. De cordones umbilicales congelados también se obtienen células madre.